15/07/2025

Las tres claves para reforzar la competitividad europea sin perder sus valores: inversión, regulación eficaz y ecosistemas innovadores.

La competencia global en tecnología se ha convertido en un juego de poder geoestratégico. Mientras Estados Unidos y China libran su particular pulso por la hegemonía mundial, Europa se enfrenta a su propio dilema: ¿cómo ser competitiva sin renunciar a sus valores y sin quedar relegada a un papel secundario en las grandes transformaciones digitales? 

Los expertos coinciden en el veredicto: la autonomía tecnológica no es solo un anhelo, sino una necesidad urgente si Europa quiere preservar su soberanía económica y política en un mundo interconectado. Así los expresaron en el marco de DigitalES Summit 2025, en una mesa redonda sobre el desafío tecnológico que afronta el Viejo Continente moderada por Marimar Jiménez, periodista de Cinco Días.

Los datos reflejan una realidad incómoda. Europa ha perdido peso en la economía digital mundial. Su cuota de ingresos en el sector tecnológico cayó del 22% al 18% en la última década, mientras Estados Unidos ascendió al 38% y China al 11%. En ámbitos como la computación en la nube, la dependencia es evidente: tres gigantes estadounidenses —Amazon, Microsoft y Google— dominan más del 70% del mercado europeo. 

Carlota Reyners, desde la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, fue tajante: “Europa debe ser competitiva, resiliente y estratégicamente autónoma”. Y para ello, la política de competencia, lejos de ser un freno, puede ser un catalizador. La Comisión -dijo- apuesta por revisar las normas de control de concentraciones, promover los IPCEI (Proyectos Importantes de Interés Común Europeo) y aplicar firmemente la Ley de Mercados Digitales para limitar el poder de los grandes “gatekeepers” digitales. 

Carlota Reyners

Sin embargo, Reyners admitió que la clave está en simplificar la burocracia y favorecer a las pymes y startups tecnológicas: “Si aplicamos eficazmente todas las herramientas, Europa aún está a tiempo de liderar la transformación digital”, aseveró. 

El debate eterno: ¿Más o menos regulación? 

Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano, defendió la necesidad de un enfoque europeo basado en la regulación por riesgo, pero alertó contra el exceso normativo y su dispar aplicación por los Estados miembros. “El Reglamento de Inteligencia Artificial tiene principios sólidos, pero su implementación genera incertidumbre. Necesitamos evitar la fragmentación regulatoria y garantizar su aplicación homogénea”, advirtió. 

Arnal propuso incluso una agencia europea única de supervisión digital, aprendiendo del sector financiero. Y sobre la autonomía estratégica fue rotunda: “No habrá autonomía sin libre mercado”. Sobre este punto, insistió en que Europa debe identificar sus fortalezas en las cadenas de valor globales y apalancarse en ellas. 

Judith Arnal

Desde la industria, Ignacio Gallego, presidente de Nokia España, puso el foco en la infraestructura de conectividad, uno de los pocos ámbitos donde Europa aún cuenta con campeones globales como Nokia o Ericsson.  

Gallego defendió la necesidad de apostar por proveedores de confianza para evitar dependencias críticas y llamó a la acción para acelerar la consolidación de operadores: “En Europa tenemos operadores con 5 millones de clientes frente a los 300 millones de India o 400 de China. El tamaño importa. Sin economías de escala, no hay inversión ni innovación”. 

También advirtió sobre la urgencia de una gestión común del espectro radioeléctrico y criticó la lentitud legislativa europea. “Necesitamos un reglamento europeo, no directivas que se eternizan. Si no actuamos ya, volveremos a perder otro tren tecnológico”, remató. 

El poder del sector público como palanca

Patricia Urbez, directora general del Sector Público de Fujitsu, destacó el papel de la contratación pública, que representa un 14% del PIB europeo, como herramienta para orientar la demanda hacia sectores estratégicos. “La compra pública innovadora puede ser un motor clave para desarrollar talento y generar competitividad”, explicó. 

Urbez insistió en la necesidad de mantener la apertura y la colaboración internacional con socios fiables y alineados en valores, como Japón, Canadá o Australia. “Tenemos que generar el liderazgo desde la competitividad y no desde la discriminación positiva. Quedarnos con lo interno solo por el hecho de ser interno sin que sea competitivo no es suficiente porque perderemos nuestra competitividad”, defendió. 

Aunque la discusión es principalmente europea, subyace una oportunidad singular para España en este contexto de redefinición tecnológica. La posición geográfica, el liderazgo en despliegue de fibra y la existencia de hubs tecnológicos emergentes convierten a España en un candidato natural a ser el nodo digital del sur europeo. 

Pero, como apuntaron los expertos, para que España juegue ese papel necesita apostar decididamente por la industria tecnológica propia, atraer inversión en I+D y asegurar un marco regulatorio competitivo. Urbez sintetizó la idea: “La tecnología es poder. Si no somos autónomos, seremos vulnerables”. 

 

Europa en la encrucijada

¿Campeones europeos o proteccionismo? 

¿Es posible crear en Europa gigantes tecnológicos como Airbus lo es en aviación? Carlota Reyners cree que sí, siempre que se equilibre el apoyo al crecimiento con el respeto a la competencia. La Comisión -aseguró- está vigilante para evitar abusos sin frenar la innovación. 

La receta de Europa pasa por combinar el respeto a sus valores (privacidad, derechos fundamentales) con la creación de un entorno favorable al desarrollo industrial y la inversión. Como resumió Judith Arnal, se trata de industrializar la digitalización, no solo de digitalizar la industria. 

Los expertos subrayaron que la autonomía estratégica que tanto se invoca en Bruselas no significa autarquía. Así, coincidieron en que Europa no puede ni debe renunciar al libre comercio ni a las cadenas de valor globales, pero sí debe asegurar posiciones críticas en sectores clave, desde la inteligencia artificial hasta las redes de telecomunicaciones, pasando por las infraestructuras satelitales y los cables submarinos. 

En este sentido, Reyners explicó que la Comisión está reforzando programas como Horizonte Europa e iniciativas específicas para la seguridad de infraestructuras esenciales, conscientes de su vulnerabilidad en un mundo donde la tecnología es también un campo de batalla. 

Todos los análisis indican que  hace falta una actuación coordinada entre Bruselas y los Estados miembros, simplificación regulatoria, inversión masiva en I+D y políticas industriales orientadas al mercado. 

En un mundo donde la tecnología es poder, la autonomía digital de Europa será la clave para su competitividad… o su irrelevancia. 

Vuelve a ver el video completo de la charla aquí: