14/05/2020

La geolocalización, la privacidad y el Big Data están ahora mismo en el centro del debate. Ya lo estaban antes, pero con el estallido de una crisis tan inesperada como contundente se ha vuelto a poner de manifiesto su relevancia para combatir cosas tan graves como una pandemia mundial.

Tenemos clara la utilidad de los datos geolocalizados para conocer, por ejemplo, los movimientos de la gente, y prevenir así posibles contagios por coronavirus, pero ¿respeta ese uso la privacidad de los ciudadanos? ¿puede ser compatible la defensa de las libertades individuales con la protección del bien común?

Ante un escenario de riesgo que afecta al planeta entero, las respuestas han sido diferentes. ¿Cómo han afrontado los distintos gobiernos e instituciones el uso de los datos para combatir la pandemia? Repasamos algunas de las estrategias utilizadas por los más relevantes.

Singapur

Gracias a su experiencia con el SARS en 2003, Singapur fue uno de los países que antes reaccionó ante la Covid-19 y el primero en lanzar un rastreador basado en la tecnología Bluetooth -el 20 de marzo- que detecta como un radar la información de los otros móviles a su alrededor para saber si hay alguien con el covid-19. Esa información está, a priori, encriptada, protegiendo la privacidad del usuario y sin guardar la localización. La única información que se mantiene es el número de teléfono de cada usuario.

Singapur

La aplicación, llamada TraceTogether, intercambia códigos identificatorios entre usuarios que estén en un radio de 2 metros de forma automática y encriptada a través del Bluetooth que tienen la mayoría de los teléfonos móviles.

Si un usuario contrae la neumonía Covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, puede compartir su información con las autoridades y el sistema avisará a las personas que estuvieron en contacto con él o ella para romper las cadenas de contagios.

Corea del Sur

Tan aplaudido como difícil de exportar en Europa, el modelo surcoreano ha ayudado a Seúl a localizar y poner en cuarentena a todas las personas con potencial de estar contagiadas. Corea del Sur estaba más preparada para esta crisis sanitaria porque ya fue golpeada por otras como la del MERS. En 2015 y 2018 se cambió la ley de privacidad para ponerla bajo las necesidades del gobierno en momentos de emergencia. Así, el ejecutivo ha tenido ahora acceso a los datos de sus ciudadanos sin necesidad de tener su consentimiento.

El modelo se basa en preguntar a los contagiados cuáles han sido sus últimos contactos. De no querer revelarlo, se han agilizado los procesos burocráticos con la policía y las operadoras telefónicas para que el ministerio de Sanidad pueda acceder a su GPS móvil y al historial de sus tarjetas de crédito. También se sirven de las grabaciones de cámaras de vigilancia. Cuando se corrobora un caso de contagio se publica en una web del Gobierno y se manda un mensaje al móvil de la gente que vive cerca con la información detallada de los lugares por donde pasó el caso confirmado.

El Gobierno es el encargado de obtener los datos de las operadoras y publicarlos para que empresas privadas creen ‘apps’ en las que se identifican focos de contagio y se mapean los casos. Aunque los datos son anónimos, la publicación de su rutina de movimientos expone abiertamente la esfera privada de sus ciudadanos.

China

Tras detectar su primer foco de contagio, las autoridades chinas impulsaron un primer sistema de control en la ciudad de Hangzhou con la ayuda del gigante del comercio electrónico Alibaba que se ha ido desplegando por todo el país. Con esa ‘app’, a los ciudadanos se les asigna un color —verde, amarillo o rojo— que determina su estado de salud. Aunque se desconoce exactamente cómo funciona, este software móvil conecta datos personales como el nombre o la geolocalización de los usuarios con la policía, que vigila que se cumplan las normas.

Geolocalizacion

Italia

Varias empresas italianas han desarrollado un proyecto para reconstruir los movimientos de las personas afectadas por coronavirus que espera la aprobación del Gobierno. Como el modelo de Singapur, esa ‘app’ serviría para alertar a las personas que han estado en contacto con un caso positivo en los días anteriores para indicarles que se pongan en cuarentena. Además, el usuario podría registrar sus síntomas para tener un diagnóstico. La región de Lombardía ya impulsó un proyecto de rastreo anónimo de movimientos para saber si se cumplía con el confinamiento.

Así, se pretenden evitar nuevos rebrotes tras el cese del estado de alarma. Este análisis selectivo de datos y el uso de la geolocalización se haría de manera anónima, sin ánimo de lucro y los datos no se harían públicos. Sólo Protección Civil y la investigación científica tendría acceso a esos datos.

Reino Unido

El Reino Unido, está siendo hasta la fecha uno de los países más transparentes en cuanto a la compilación, justificación y usos presentes y futuros de datos de ciudadanos para hacer frente al COVID-19.

«Cuando la pandemia amaine y el brote sea contenido, cerraremos la base de datos para COVID-19», promete la página web oficial del Servicio Nacional de Salud (NHS), en el que las autoridades sanitarias se comprometen a «destruir» los datos o retornarlos a sus poseedores originales.

El NHS también se compromete a que toda la información que centralice durante esta crisis -en su mayoría proveniente de las bases de datos ya en disposición de la sanidad pública- será devuelta al anonimato (es decir, los sujetos no podrán volver a ser identificados), permanecerá en todo momento bajo control exclusivo del NHS y se usará únicamente para luchar contra el COVID-19.

Alemania

En un país especialmente receloso de la vigilancia como Alemania, la actual situación de emergencia ante la pandemia ha logrado un amplio consenso político para impulsar una ‘app’ que monitoree los casos de infección sin invadir la privacidad ciudadana. Aunque no se conocen muchos detalles, el proyecto alemán estudia utilizar el bluetooth para la detección de casos —como en Singapur—, el uso de datos anónimos y descarta la geolocalización.

Además, el centro nacional de salud pública del país puso en marcha un experimento inédito de recolección de datos para lanzar una ‘app’ que permita monitorizar datos como el pulso o los patrones de sueño de los ciudadanos que acepten participar en el estudio para detectar casos de contagio. El Gobierno ha pedido abrir un debate sobre el uso de tecnología una vez terminado el confinamiento y los expertos señalan que se pueden utilizar los datos para frenar la pandemia siendo a la vez respetuoso con la privacidad.

Berlin geolocalizacion

Estados Unidos

El debate acerca de la privacidad de los datos también ha cobrado mucha intensidad a través de una propuesta se hace cada vez más hueco entre los epidemiólogos y profesionales de la medicina y la tecnología en EE. UU.: aprovechar el big data ya existente de gigantes como Apple y Google.

De hecho, Google ya ha empezado a publicar «informes de movilidad» que muestran datos agregados y anonimizados a nivel de país o región sobre la presencia de personas en espacios geográficos, que revelan, por ejemplo, que en España la afluencia a bares cayó un 92% en las primeras semanas del confinamiento.

Estos datos, sin embargo, son extremadamente genéricos y no rastrean a personas de forma individualizada ni incluyen información médica, por lo que distan mucho de, por ejemplo, lo que se está haciendo en China o en otros países asiáticos como Corea del Sur.

Los defensores de la propuesta sostienen, sin embargo, que es una alternativa mejor a que el Gobierno tenga que crear una nueva infraestructura de vigilancia paralela a la de las empresas, ya que la experiencia de Apple y Google para proteger la privacidad de sus usuarios es precisamente la mejor garantía de que no se cometerán abusos.

UE

Por su parte, la UE ha desarrollado una guía práctica para el desarrollo de aplicaciones móviles dirigidas a combatir el contagio del COVID-19.

Las autoridades de salud pública deben evaluar la efectividad de estas aplicaciones e informar antes del 31 de mayo de 2020 a la Comisión, que evaluará el progreso y publicará informes periódicos a partir de junio de 2020 y durante toda la crisis. Una vez que ya no sea necesario, se harán recomendaciones para eliminar estas medidas.

Unión Europea

Debate a largo plazo

Más allá de las medidas que cada país ha desarrollado para afrontar específicamente esta crisis, se hace más necesario que nunca un debate a largo plazo sobre las ventajas e inconvenientes del uso de la geolocalización.

Cuatro son los principios fundamentales que todo gobierno debe respetar para que el uso de tecnologías como el Big Data o la Inteligencia Artificial sean de común provecho para toda la sociedad

  • Transparencia: qué datos se están compilando y cómo se están compilando
  • Circunscripción de todas las medidas a un marco regulatorio claro
  • Demostración clara de qué no existen alternativas menos invasivas para la privacidad
  • Garantía de que habrá un sistema de control independiente

Nadie duda (a través de ejemplos como Corea del Sur o Singapur) que la tecnología, cumpliendo con estos cuatro principios señalados, será un claro aliado en esa protección colectiva. Establecer los límites de manera conjunta, en aras de una protección necesaria, es el camino que se deberá atender a partir de ahora.