28/11/2022

Esta tribuna ha sido escrita por Víctor Calvo-Sotelo y publicada en la revista Comunicaciones Hoy

 

Decía con acierto el psicólogo, educador y poeta Herbert Gerjuoy que “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. La revolución digital nos exige constantemente adaptarnos a nuevos dispositivos, nuevas herramientas y nuevos paradigmas de las relaciones interpersonales. Por eso, cuando hablamos sobre formación en digitalización no debiéramos poner tanto el acento en la palabra ‘digitalización’, sino en ‘formación’, porque es ésta la base sobre la que se fundamenta el aprendizaje.

Paradójicamente, la formación en competencias digitales tiene más que ver con las habilidades ‘humanas’ de flexibilidad, adaptación al cambio, capacidad de trabajar en equipo o dotes comunicativas, entre otras, que con la capacidad de saber usar una tecnología concreta.

En este contexto, desde DigitalES insistimos siempre en que la formación ha de acompañar cualquier proceso de digitalización, en todas sus fases. Como ha promulgado siempre la OCDE, de poco sirve dotar de un ordenador a los alumnos si ni éstos, ni los docentes, ni los contenidos están adaptados para un entorno digital. Los réditos de la digitalización aparecen cuando combinamos [buenas] competencias, planificación estratégica, recursos y, finalmente, herramientas tecnológicas.

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia representa una oportunidad única indiscutible para incentivar una mejora en las competencias y habilidades que exigen las revoluciones digital y ‘verde’. Desde esta perspectiva, es importante no descuidar el componente de la formación en los grandes proyectos estratégicos (PERTE, IPCEI, etcétera) financiados por el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia.

Habrá espacio para multitud de programas de ayudas a la formación, así como a la modernización del propio sistema educativo en España. Concretamente, la política palanca VII del Plan de Recuperación, ‘Educación y conocimiento, formación continua y desarrollo de capacidades’, estará dotada con 7.317 millones de euros. En este gran paquete se integra el Plan Nacional de Competencias Digitales (PNCD), que ofrece al fin un enfoque integrado de las políticas públicas en este ámbito por parte de los distintos ministerios, y estableciendo un modelo de liderazgo de arriba abajo, desde el Estado a las comunidades autónomas. Es lo más cerca que hemos estado nunca en España de una verdadera estrategia común para la formación digital, a la que esperamos que se sumen ayuntamientos, organizaciones de Tercer Sector y empresas.

Víctor Calvo-Sotelo

En todo este contexto, a punto de concluir el segundo año del Plan de Recuperación, afrontamos 2023 con un optimismo particular, precisamente porque es el año en el que veremos el nacimiento de programas muy interesantes para la formación y el asesoramiento en transformación digital. Programas como el de ‘Agentes del Cambio’, que gestionará la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial junto con la EOI, no solamente serán ambiciosos en términos de presupuesto y de volumen de destinatarios. Además, complementarán los programas de financiación de soluciones digitales, como el ‘Kit Digital’, un programa que ya es un éxito por su capacidad para gestionar eficientemente ayudas dirigidas a cientos de miles de pymes.

De esta combinación de compra de soluciones tecnológicas y recursos formativos emergerá el verdadero efecto transformador de los fondos del ‘Kit Digital’. Qué mejor broche para un año 2023 que la Comisión Europea ha designado ya como el ‘Año Europeo de las Capacidades’.

Por último, muy relacionado con lo anterior, quisiera redundar en la importancia de formar a los formadores. En etapas educativas como la Secundaria o la Formación Profesional, el rol del docente-orientador puede resultar decisivo para que los estudiantes asienten mejor los conocimientos, encaminen sus carreras hacia los ámbitos adecuados y, en último término, maximicen su empleabilidad.

En definitiva, gracias a la formación en digitalización, confiamos en que 2023 sea el punto de inflexión a partir del cual podamos empezar a soñar no sólo en recuperarnos de esta crisis, sino en transformarnos para salir de ella siendo un país más próspero, más innovador y más competitivo.

Por Víctor Calvo-Sotelo, director general de DigitalES