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Los 3 españoles que se cuelan entre los jóvenes que van cambiar el mundo

Tres españoles figuran entre los 35 europeos más prometedores: la malagueña María García Puyol y los catalanes Carlos Abellán y David Ferrer-Disclaux.

El prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) elige, a través de su revista, una lista de 35 emprendedores que, considera, están llamados a cambiar el mundo. Tienen que ser, eso sí, menores de 35 años y aportar un enfoque de consumo, ciberseguridad, tratamientos, transporte o computación que pueda salvar vidas, avanzar hacia una economía más sostenible o empujar como nunca antes los límites de su campo de investigación.

Cada año, la revista publica su lista de elegidos y en la última edición tres españoles figuran entre los 35 europeos más prometedores: la malagueña María García Puyol y los catalanes Carlos Abellán y David Ferrer-Disclaux. Sus méritos, diseñar proyectos capaces de destacar entre los más de mil aspirantes a ser elegido entre los jóvenes europeos más brillantes del pasado 2018.

Es el caso del barcelonés David Ferrer-Disclaux, elegido en la categoría de visionarios por su sistema de velas autónomas para reducir la contaminación que las grandes embarcaciones producen en el agua y en el aire.

El 80% del transporte mundial se realiza a través de grandes barcos. La contaminación que producen genera 60.000 muertes cardiopulmonares y por cáncer de pulmón al año. 

Para luchar contra su impacto, Ferrer-Desclaux ha trabajado con el equipo de bound4blue (la empresa de la que es co-fundador) para crear un sistema de velas rígidas plegables, similar al ala de un avión, que puede colocarse verticalmente y adaptarse a los requerimientos de los barcos. Sus ingeniosas velas hechas a la medida del cliente se pliegan y orientan de forma totalmente autónoma para maximizar su efecto en cada momento. Gracias a estas características, el sistema puede ayudar a las embarcaciones a ahorrar entre un 10 % y un 40 % de combustible. Para un buque medio, ello supone un ahorro de casi un millón de euros por año.   

También catalán es Carlos Abellán, distinguido en la categoría de Pioneros. Su logro: haber desarrollado un chip que garantiza la seguridad de la comunicación frente a los ordenadores cuánticos.

El joven ingeniero se dio cuenta de que, en una sociedad donde miles de millones de dispositivos se conectarán a través del IoT (internet de las cosas) el mayor problema se encuentra en la transmisión de datos protegidos a través de Internet. 

Por esta razón, empezó a trabajar con las fuentes de entropía cuántica y los sistemas de distribución de claves. Ambos campos podrían solucionar dos de los requisitos más básicos de la criptografía: la generación de claves impredecibles y su distribución. 

Fue así como juntó a un equipo para fundar Quside, una empresa que desarrolla y comercializa componentes cuánticos, con el objetivo de construir la próxima generación de productos que proporcionen suficientes garantías de seguridad a los clientes. 

Por su parte, la malagueña María García Puyol, que trabaja en la sede de Google en Mounitain View, ha conseguido mejorar la detección del lugar de origen de las llamadas de emergencia en los teléfonos Android a través del sistema Emergency Location Service, ELS.

A día de hoy, asegura la premiada, es más rápido que te localice Uber que una ambulancia. Por ello, decidió crear un algoritmo para dar solución a este problema y creó ELS, un servicio gratuito que viene activado directamente en Google Play a disposición de cualquier usuario de Android que tenga la versión 4.0 o superior, y que ya está disponible en 14 países. 

La ubicación es completamente confidencial porque es remitida al sistema de recepción sin pasar por Google. Al hacer la llamada, el proveedor de ubicación fusionado de Android (FLP) se activa y detecta la ubicación de la persona gracias a la combinación de tecnologías de GPS, wifi y sensores del móvil (acelerómetro, magnetómetro, giroscopio y barómetro). Todos estos factores ayudan a que la ubicación obtenida sea significativamente más rápida y más precisa que la que se consigue a través de la red tradicional. 

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