30/03/2020

Afrontamos ya la tercera semana de confinamiento en casa, con récord histórico de cifras de tráfico en Internet. Y la red aguanta. Netflix, YouTube, teletrabajo, teleformación, videoconferencias, WhatsApps… una oferta de ocio, cultura y trabajo sin precedentes que ha hecho que en España podamos presumir de una red de fibra con la que no cuentan muchos países de nuestro entorno.

Pero la fibra óptica no es la única responsable de que Internet esté funcionando de maravilla en nuestros hogares. La infraestructura digital de un país es  la suma de la red de telecomunicaciones, la red eléctrica y los centros de datos. Ninguno de ellos puede concebirse sin los demás.

Tanto es así que los centros de datos ha obtenido la categoría de infraestructura crítica por parte del Gobierno y los técnicos de los Data Centers  se desplazan estos días hasta las instalaciones de Madrid con un salvoconducto.

Ninguna red tendida por lo ancho del mundo es única o específica de un operador. Éstos necesitan contar con centros de datos neutrales,  para interconectarse con otros proveedores. Tal como explican desde  Interxion, una de las compañías líderes del sector, “los centros de datos que actúan como nodos de interconexión son equiparables a los antiguos nodos ferroviarios de la revolución industrial”.

data centers España

Infografia publicada por Cinco Días

En realidad, casi todas las acciones cotidianas que hacemos (subir una foto a Instagram, leer un WhatsApp, ver un video de YouTube, mirar ropa en Zara…) van directas a la nube, a los centros de datos, donde grandes servidores almacenan y gestionan millones de datos para que Internet disponga y distribuya la información en toda la comunidad interconectada.

El 99% del tráfico de la red va por cables, enterrados y submarinos, que se conectan en los data centers, edificios de varias plantas que por dentro son básicamente un ordenador gigante. Son imprescindibles para que estos días podamos ver nuestra serie favorita, teletrabajar o hacer gimnasia en casa a través de algún canal de YouTube

Y cualquier fallo en un centro de datos puede ser una hecatombe para la sociedad, máxime en estos días de consumo masivo de Internet. El director general de Global Switch, Markel Gruber, estima que se perdería un 60% del tráfico de Internet si fallase un Data Center. “Se paran los cajeros, las señales de tráfico…, se paran miles de servicios online, y eso supone miles de millones de euros de pérdidas”, añade.

Y lo que es peor, en un momento de crisis como éste, donde tantas personas necesitan de Internet, sumiría en un caos permanente a población necesitada de atención sanitaria. Pero todo esto no ha pasado.

Equinix

Data Center de Equinix

Entre otras cosas porque, como apunta Markel Gruber, España es un lugar clave en el mercado de los centros de datos a nivel internacional. A su conexión natural con Europa se suman tres cables submarinos que unen a nuestro país con Virginia (EE.UU.), Latinoamérica (Brasil) y el norte de África (Argelia). Una comunicación con cuatro continentes que han hecho que España entrase en los planes de expansión de los grandes jugadores del sector.

Madrid puede ahora convertirse en el hub digital que necesita el sur de Europa. Como detalla un informe elaborado por Interxion,  es uno de los nodos principales de interconexión y distribución de datos dentro de la península ibérica. El informe señala tanto a las compañías eléctricas como a la administración como colaboradores necesarios en esa estrategia y asegura que si se invirtieran 500 millones de euros en el sector, estos tendrían un retorno en el PIB nacional de más de 6.000 millones.

Cables submarinos Internet

Mapa de cables submarinos TELEGEOGRAPHY

 

 

Equinix cuenta con cuatro IBX data centers en Barcelona, Madrid y Sevilla y acaba de endurecer los controles de acceso a sus instalaciones para frenar riesgos de contagio por el coronavirus. Y es que los riesgos no son menores. Estas infraestructuras se han convertido en críticas para la sociedad y deben ser protegidas a toda costa.

Los centros de datos se han convertido en infraestructuras aún más críticas que antes de la crisis, ya que sostienen las comunicaciones electrónicas y las aplicaciones digitales que se necesitan para el correcto funcionamiento del gobierno y de las empresas.

Sin ellos no podríamos sacar partido del 5G, ni del Internet de las Cosas, ni de muchas herramientas de inteligencia artificial. Pero sobre todo, sin ellos no hubiéramos aguantado el pico de consumo tan fuerte de estos días, ni el que se prevé en los próximos.